Probablemente al principio tuvieran miedo. Una cosa es una bañera. Otra,
el océano. Pero finalmente debieron de cogerle gusto, dado que algunos
siguen dando vueltas por el globo 19 años después. Ahora, los 28.800
patos amarillos (la mayoría), castores rojos, ranas verdes y tortugas
azules de plástico que en 1992 cayeron de un barco que navegaba por el
Pacífico, hasta podrían volver a encontrar a sus antiguos amigos.
El 10 de enero de 1992 una tormenta sorprendió cerca de las Islas Aleutianas
a un carguero que cruzaba el océano Pacífico de Hong Kong a Washington.
12 contenedores cayeron por la borda, uno se abrió y llenó el mar de
miles de juguetes producidos por la compañía china First Years Inc. Los animalitos se dispersaron, presas de las corrientes oceánicas.
Varios oceanógrafos se dieron cuenta de que los patos que tocaban tierra
solían desembarcar en determinadas zonas. Hasta llegaron a realizar un
mapa que se basaba en las corrientes y reconstruía los trayectos de
navegación de los patitos. El oceanógrafo y cazador de juguetes
náufragos Curtis Ebbesmeyer encontró el punto exacto en el que el container se había caído. Y, según contó a The Independent, aprovechó los movimientos de los juguetes para estudiar el giro oceánico
(una gran corriente constante y circular) del Pacífico Norte, entre
Japón, Alaska e Islas Aleutianas, descubriendo por primera vez que un
objeto tarda tres años en completar el ciclo.
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